La narración de historias puede ser la herramienta más convincente que puede tener un@ mentor@.

 

Aunque parezca una habilidad tan común, básica e intrínseca al ser humano, lo cierto es que es un arte. No vale con soltar un speech con guión, y ahí queda eso. No. Hay que conseguir que el receptor perciba las sensaciones, matices, incluso diríamos hasta olores, como si los estuviera viviendo en primera persona. Cuando sucede esto, se produce la magia de la conexión entre emisor-receptor que, sin duda, deja huella.

 

Compartir historias con alguien nos da la oportunidad de revivirlas y crear emociones en la persona que escucha. Esta es exactamente la razón por la que la narración es una herramienta tan poderosa en las relaciones de mentoring,

 

Los mentores que incorporan la narración de historias en sus relaciones aportan autenticidad a su conocimiento y experiencia porque ayudan a dar vida a sus ejemplos y sirven de aprendizaje y apoyo emocional. Es un método de tutoría poderoso y eficaz. Transmite sabiduría, inspira a la audiencia y motiva para crecer, aprender y desarrollarse personal y profesionalmente.

 

Cuando los mentees incorporan el relato de historias les puede ayudar a identificar puntos ciegos y comprender muchas cosas que antes no entendían. También ayuda a los mentores a descubrir la forma en la que sus mentees perciben el mundo, facilitando la identificación de sus necesidades.

 

Sin embargo, como cualquier habilidad, debe aprenderse y practicarse, y puede llevar algún tiempo perfeccionarla e introducirla en la relación de mentoring. Por ejemplo, saber cuándo compartir una historia, cuándo detenerse y cuándo pedirle al mentee que comparta su propia historia mientras simplemente se escucha.

 

Aprovecha esta herramienta. Sólo tienes que elegir los hechos y convertirlos en una historia impactante que cree una emoción positiva que inspire a las personas a entrar en acción.

 

¡Anímate a practicar!

Elige una experiencia motivadora, escríbela con todos los matices que se te vayan ocurriendo, aunque te parezcan simples. Memorízala y ensaya delante de un espejo, o mejor, grábalo para luego verlo como espectador. Puedes repetir el proceso las veces que haga falta para conseguir enriquecer tu historia y transmitir todas las emociones que tú sentiste en aquel momento.