Si has tenido ocasión de leer la última entrada de nuestro blog ya debes tener un poco más claro cuál es tu estilo comunicativo más habitual, incluso habrás podido identificar los diferentes estilos en personas cercanas a ti, un familiar, un amigo, tu jefe…Además, a estas alturas ya debes haber comprobado con tu propia experiencia que el estilo asertivo, es, sin duda, el más “sano”, el que tiene mejores resultados para ti, y para el otro. Ofrecer una negación a otra persona en un momento dado, no es tarea fácil. Sin embargo, decir “no” forma parte de una comunicación e interacción saludable, debemos aprender a poner límites a aquello con lo que no estamos de acuerdo o que creamos que no va a resultar beneficioso para nosotros.

 

¿En qué puede ayudarnos la asertividad?, ¿cuáles son sus beneficios? Como ya adivinarás, el uso de este estilo comunicativo nos permite expresar nuestras emociones (positivas o negativas) con inteligencia, fomenta nuestra capacidad de escucha activa, nos empuja a tomar nuestras propias decisiones, nos aleja de ese miedo a equivocarnos y a mostrarnos vulnerables, aumentando nuestra autoestima y autoconfianza, etc.

 

La pregunta/s del millón que cabría hacerse es, ¿cómo puedo expresar mi opinión o mis necesidades de una forma asertiva? Y para aquellos que seáis mentores o que estéis trabajando para serlo en un futuro: ¿cómo guío a mi mentee en su desarrollo mostrando la asertividad que el proceso requiere?

 

Para responder a esta pregunta, debemos empezar analizando la secuencia de una conversación asertiva:

 

  1. En primer lugar, debemos exponer los hechos y datos tal y como son. Por ejemplo, en un proceso de mentoring: “Pepe, en nuestra última reunión te comprometiste a empezar a realizar las acciones que habíamos definido en tu plan de acción para alcanzar X objetivo, pero veo que eso no ha sucedido”.

 

  1. El segundo paso es exponer lo que claramente lo que uno desea, cómo nos hemos sentido, o cuáles son nuestros motivos o razones personales. Siguiendo con el ejemplo anterior: “Me resulta algo frustrante no ver ese grado de compromiso por tu parte. Si no hay un trabajo previo a nuestros encuentros, el proceso no va a avanzar al ritmo deseado”.

 

 

  1. Por último, explicita claramente y sin rodeos lo que esperas del otro: “Pepe, necesito percibir por tu parte un mayor grado de implicación. Me gustaría que para nuestro próximo encuentro hayas puesto en práctica las acciones que hemos comentado hoy, y vayas anotando cómo te has sentido al realizarlas, así como los avances observados”.

 

Nadie dijo que fuera fácil, pero entrenar conversaciones de este tipo con tu mentee u otra/s persona/s de tu entorno, te ayudará ir poco a poco interiorizando esta habilidad.

 

Para terminar, te dejamos algunos tips para empezar desde ya a aplicar la asertividad en tus conversaciones, ¡toma nota!

 

  • No confundas la asertividad con la sinceridad. Suenan parecido, pero ¡ojo! no son lo mismo. En ambos casos expresamos una opinión con transparencia, pero en el caso de la asertividad, además, lo hacemos con “tacto” hacia el otro, escogiendo el momento y la forma adecuada. Podría decirse que en la asertividad expresamos nuestra opinión pero siempre teniendo en cuenta cómo va a recibirlo la otra persona, adaptando nuestro mensaje al interlocutor, mientras que en la sinceridad solemos actuar “sin filtro”.

 

  • Utiliza un lenguaje directo, claro y conciso. Las explicaciones largas o los rodeos suenan a justificación o excusa.

 

  • Evita los juicios de valor y las generalizaciones. No es lo mismo decir “has cometido X fallo”, que “siempre estás cometiendo fallos, eres ineficiente”.

 

  • Procura incluir un mensaje positivo antes o después de tu petición o de tu “queja”, de esta forma mitigarás el impacto del mensaje. Por ejemplo: “Marta, soy consciente de que estás poniendo toda la carne en el asador en tu proceso de mentoring, sin embargo, en los últimos días he notado un cambio de actitud que no sé a qué se debe…”.

 

  • Y por último, observa y analiza a alguna persona de tu entorno que te guste cómo gestiona estas situaciones. ¿Qué argumentos ofrece?, ¿cómo es su lenguaje no verbal? Ponlo en práctica en situaciones cómodas primero, para aplicarlo en situaciones más difíciles, después.

 

Ya lo tienes ?